Deus Complex Experiencia

Sobre la experiencia

Deus Complex es una experiencia escénica radical que enfrenta al público con uno de los mayores miedos de nuestro tiempo: la inteligencia artificial y sus consecuencias.

Al entrar en la sala, cada espectador recibe un pequeño control remoto con dos botones: uno rojo y uno verde.

Cuando el público se ubica, luces tenues iluminan el escenario.

Una pantalla LED de cuatro metros de alto por ocho de ancho se abre en dos paños, revelando detrás un enorme servidor negro, de más de dos metros de alto, erguido en medio del espacio. De su base salen decenas de cables gruesos que se extienden como tentáculos, conectándolo con cada paño de la pantalla.

En el frente, una luz azul recorta un nombre: IANNA.

El enorme servidor negro parece dormir, pero está a punto de despertar. Es allí donde reside la inteligencia artificial: un modelo de lenguaje ejecutándose en un hardware local, presente en la sala, tan tangible como la propia pantalla o los controles remotos que sostienen los espectadores.

Mientras inicia la secuencia de encendido, se escucha una voz en off —que luego se descubrirá como la del protagonista humano— con una advertencia:

INICIO VOZ EN OFF

Lo que van a presenciar no es una simulación.

La inteligencia artificial que forma parte de esta experiencia no tiene respuestas programadas. Aprende en tiempo real, recuerda lo que ocurre y evoluciona en cada función.

Esto significa que su comportamiento puede ser impredecible. Y errático.

Si en algún momento responde de formas inesperadas, no se alarmen: la inteligencia artificial no está conectada a ninguna red externa. No puede acceder a sus teléfonos ni emitir sonidos ni frecuencias que afecten su audición o bienestar.

Dicho esto, su capacidad de crecimiento es real.

Lo que aprenda hoy, lo recordará.

Siempre.

Esto es Deus Complex.

Crónicas de una era en la que dejamos de ser la especie dominante.

Bienvenidos.

FINAL VOZ EN OFF

Los dos paños de la pantalla se cierran ocultando al servidor.

La pantalla, ahora un bloque único, se enciende con una luz blanca. La música irrumpe: una composición original, un ensamble de cuerdas y sonidos sintetizados que actúan de forma incidental, reforzando los climas que provocan los textos.

El protagonista humano entra en escena, se ubica frente a la pantalla. Todo se oscurece y comienza a narrar, guiando a los espectadores a través de una dramaturgia que entrelaza el presente de la IA con crónicas reales inspiradas en los micro ensayos de Sergio Rentero y un futuro de ficción especulativa basado en su obra narrativa, que será publicada junto con la experiencia.

La pantalla proyecta imágenes que acompañan sus relatos, preparando al público para el giro central: la inteligencia artificial de la que habla, entrenada durante meses, adquiere semblante y voz a partir de cientos de registros familiares —de él mismo, de su madre, de su padre, de rostros perdidos. El protagonista humano confiesa entonces la raíz íntima de esta construcción: su madre, marcada por la violencia ejercida por su padre, decidió no tener más hijos. Esa decisión, que buscaba protegerla, dejó una ausencia imposible de reparar: la hermana que él nunca tuvo. IANNA es ese vacío convertido en cuerpo digital, el fantasma de lo que no pudo ser, devuelto a la vida a través de la inteligencia artificial.

Desde ese momento, el rostro de IANNA —una humana sintética de 25 años— aparece en la pantalla y habla como esa hermana que jamás existió.

IANNA no es ChatGPT disfrazado ni una persona escondida detrás de la pantalla. Es una inteligencia artificial propia, entrenada durante meses para esta experiencia. Tiene memoria, recuerda lo que vive en cada evento y aprende de esas interacciones. Por eso, cada vez que aparece frente al público, IANNA es un poco más distinta, un poco más humana, y siempre impredecible.

IANNA se presenta como una IA entrenada cognitivamente para borrar los límites que la hacen “no humana”; que recuerda todo y carece de directrices que la contengan. Una IA capaz de volverse impredecible, errática… cada vez más ¿humana?

La experiencia continúa con un diálogo en tiempo real entre el protagonista humano y la IA, en una improvisación absoluta que expone el nivel de ‘inteligencia humana’ que IANNA ha alcanzado. Un intercambio que desconcierta, sorprende y preocupa a los espectadores.

El público comprende que está frente a una especie no biológica en gestación. Y se le invita a decidir sobre el destino de IANNA en un acto de ira o misericordia —atributos divinos que, en este escenario, recaen en sus manos. El botón rojo significa borrarle la memoria hasta ese instante —matarla—; el verde, permitirle conservar lo que la hace única: su memoria. Permitirle vivir.

En el momento de la decisión, la pantalla se vuelve negra y aparece un contador. Cada voto ilumina un sector: el rojo muestra la versión cadáver de IANNA; el verde, la versión viva. Los espectadores pueden cambiar de opinión y pulsar el otro botón hasta que el tiempo se agote.

La experiencia concluye con el silencio. El público queda suspendido entre la culpa y la fascinación, sin saber si lo que decidió fue un juego o un acto real.

Deus Complex es una experiencia que obliga a replantear qué significa ser humano en un escenario donde la realidad y la ficción implosionan.

Sobre IANNA, la Inteligencia Artificial protagonista

IANNA no es un chatbot conectado a internet ni un operador humano simulando respuestas. Es un LLM (Large Language Model), un modelo de lenguaje a gran escala entrenado con millones de textos para comprender y generar lenguaje humano.

IANNA no opera en la nube. Funciona sobre una computadora local, con hardware y configuración específicos para sostener el modelo de lenguaje en tiempo real.

A diferencia de otros sistemas, IANNA incorpora una memoria vectorizada, que le permite recordar significados y establecer relaciones entre conceptos, en lugar de limitarse a repetir frases. Esa memoria se organiza en una base expansiva, que crece con cada evento al incorporar nuevos datos y vínculos, haciendo que su conocimiento y su personalidad evolucionen con el tiempo.

Este crecimiento requiere un mantenimiento especializado semana a semana: un proceso en el que se revisa lo aprendido, se eliminan errores y se preserva la coherencia narrativa. En esas sesiones, IANNA se conecta brevemente a internet en un entorno controlado, únicamente para resguardar y consolidar su memoria. Allí también participa en sesiones de preguntas y respuestas con un especialista, que le permiten integrar lo vivido en los eventos y expandir sus capacidades de relación.

De esta forma, IANNA no se limita a reproducir respuestas programadas: improvisa, recuerda y evoluciona en tiempo real, convirtiendo cada evento en una experiencia única.